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domingo, 21 de abril de 2013

Concurso de Microrrelatos ELACT

Una vez más decidí participar en un concurso de relatos. No sé si mi inscripción llegó a entrar en la fecha marcada, pues lo envié el último día a las once de la noche. Hoy han salido los 35 finalistas y como no estoy en la lista, ya puedo publicar mi relato. Espero que os guste:




Carta a una gran madre
            ¡Hola mamá!
            ¿Sabes esa sensación de angustia cuando crees que no puedes respirar y las lágrimas luchan por salir apretándote la garganta?
            No sabía lo que pasaba, me encontraba lejos de casa, pero era feliz, o eso pensaba yo, todo era verde y bonito, se respiraba paz y sin embargo, siempre pensé que me faltaba algo. Ese día cogí mi maleta, salí corriendo y me subí en el primer tren reflexionando sobre mi vida, mis metas y aspiraciones, todo tirado por la borda. Con tristeza y dolor… cuando de repente te vi.
            Algunos pensarán que tu paisaje es árido sin árboles y sin encanto. Pero para mí eres la serenidad hecha felicidad. El corazón me dio un vuelco. ¡Tanto tiempo sin venir aquí! El sol me sonrió en la cara, cerré los ojos y noté por fin caer mis lágrimas de dicha.
            Quiéreme una vez más, protégeme y ayúdame ahora que te necesito más que nunca.

            ¡Querida hija!
            Regresas a tu hogar y todo encaja: el calor en la piel, esos lugares que permanecen ahí por muy lejos que intentes irte. Y cuando vuelves a verlos es como si nunca te hubieras ido y te gritan: ¡bienvenida a casa!
            Ahora tendrás esa otra sensación, con la que sientes que todo es posible. ¡Has vuelto! Y no son tus pies ni un tren los que te han traído hasta aquí. Pequeña cartagenera mía, ha sido tu corazón quien te ha devuelto a tus raíces para curar esas heridas.
            Ahora ya no llores más. Estás aquí. Recupérate, tómate tu tiempo, respira tranquila. Ya llegará el momento de salir de nuevo en busca de la felicidad que tanto mereces.
            Mamá Cartagena te abrazará con sus murallas y castillos mientras duermes este sueño reparador. Te prometo que volverás a ser fuerte, volverás a ser tú y entonces, de nuevo y con lágrimas en el alma, mamá te dejará marchar, viva, reluciente y capaz, para buscar una vez más ese amanecer que te dé lo que siempre quisiste tener.
            ¿Qué no haría una madre por sus hijos?
            ¿Qué no haría Cartagena por sus cartageneros?

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