sábado, 20 de noviembre de 2021

Reseña: Martín, Ángel "Por si las voces vuelven"

 Por si las voces vuelven

Ángel Martín




Sinopsis:
Un sorprendente testimonio sobre la locura. Un relato en primera persona sobre lo que supone perderse y tener que reconstruirse desde cero. Una historia vitalista que te agarra desde la primera línea.
Hace unos años me rompí por completo. Tanto como para que tuvieran que atarme a la cama de un hospital psiquiátrico para evitar que pudiera hacerme daño.
No tengo ni idea de cuándo empezó a formarse mi locura.
A lo mejor nací genéticamente predispuesto.
A lo mejor fui macerando una depresión al callarme ciertas cosas por no preocupar a los demás.
O a lo mejor simplemente hay cerebros que de la noche a la mañana hacen crec y se acabó.
Si algo he descubierto en todo este tiempo es que cuando cuentas abiertamente que se te ha pirado la cabeza la gente enseguida le pone el sello de tabú. Aunque este libro lo he escrito para mí, por si las voces vuelven, es para cualquiera que haya pasado o esté pasando por algo parecido, y así romper de una vez por todas el estigma de las enfermedades mentales. Pero si simplemente te apetece jugar a ver el mundo como yo lo vi mientras perdí el contacto con la realidad, este libro también es para ti. Si escuchas bien las voces, descubrirás cosas fascinantes como esta:

NO NECESITAS LLEGAR A TOCAR FONDO PARA RECONSTRUIRTE DESDE CERO

¿Empezamos?
Hoy me he puesto este audiolibro en mi suscripción de Storytel mientras salía a caminar y entre eso y que he seguido escuchando cuando llegué a casa, me lo he zampado en un solo día. Los audiolibros me hacen la vida más interesante. 

Yo no suelo leer (o escuchar) no ficción. Pero no sabía qué escuchar, la plataforma me lo sugirió y pensé: venga, si no me gusta empiezo otro. Pues me ha gustado. También me ha horrorizado un poco. El caso es que hay cosas que me gustan mucho como la naturalidad de Ángel a la hora de narrarlo, porque mete guiños y pequeñas frases o expresiones que no están en el libro escrito, pero voy a empezar siendo sincera. Yo conocí a este hombre en el programa ese de la TV y no me gustaba nada. También sé que en televisión la gente interpreta un papel, le dan un guion y de ahí no te salgas, así que no se lo tengo en cuenta, pero no me hacía gracia. 

Hace poco vi que todos los días en Twitter subía un vídeo de dos minutos contando las noticias más importantes del día, supuestamente para ahorrarnos tiempo y que podamos hacer cosas. Claro, pero yo soy una malpensada y en el momento en que dijo que tenía un libro pensé: pues vale, esto lo hacías para enganchar a la gente y que luego te compren el libro, bien jugado, yo tendría que haber hecho lo mismo, de hecho lo hice y me salió mal porque no vendí ni 20 copias pero tú saliste en la TV y yo no. 

Dicho esto, es decir, después de haber vomitado mi sincericidio, diré que el libro está bastante bien, excepto el mensaje final estilo autoayuda Mr Wonderful que estoy un poco harta de leer. Me ha gustado escuchar su experiencia, esa es la parte más interesante. El caso es que conforme le escuchaba explicar cómo era estar loco dentro de su cabeza a mí me asustaba porque pensaba todo el tiempo: a mí también, eso también lo hago yo. Claro, no con todo y tampoco a ese nivel, pero cuando he intentado explicarle a alguien cómo funcionan mis pensamientos no solo me han llamado rara y loca sino que les he aburrido y rápido han pedido que me callara. 

Algunas cosas me recordaban a las alucinaciones que tenía mi madre como efecto secundario de la morfina que le daban para el dolor. Un día me dijo que apuntara en la lista de la compra un blanqueador de patos. Yo entendí blanqueador de platos. A lo que ella me corrigió: no, no, patos, cua cua, ¡quedan blanquísimos! Así que, yo lo anoté en la lista. Un minuto después me preguntó si estaba diciendo tonterías, a lo que yo le respondí: pues como yo todos los días. 

También me acordé del brote psicótico de mi abuela a la que encontraron herida, ensangrentada, con la mirada perdida después de haberse autoagredido y destrozado la casa. Desde entonces vive en una residencia, de eso esta Navidad hará dos años. Quizás la locura me venga de familia. Que no estoy bien del terrao lo sabemos todos, pero no lo finjo ni actúo, sencillamente soy así, de hecho, la mayor parte del tiempo finjo ser más comedida y aburrida porque eso es lo que esperáis de mí. Hoy he ido a hacer fotocopias y le he dicho a la del mostrador: hazme tres copias por si soy gilipollas y me equivoco las dos primeras veces, sinceridad ante todo. Luego me he arrepentido, a la gente no le suele resultar divertido y les canso. Después he ido a hacer la compra con la actitud de hacer una incursión a por víveres imaginando el supermercado vacío después de un apocalipsis zombie, debo coger los alimentos imprescindibles y salir lo antes posible. La película me la monto en mi cabeza mientras pongo cara de aburrimiento porque es la que os gusta, me encantaría poder compartir lo que pienso en voz alta y que nadie me mire como si fuera contagioso, creedme, dentro de mi cabeza todo es más divertido, incluso hacer la compra. 

Y ya para rematar diré que trabajo a diario con personas dependientes, la mayoría ancianos y muchos de ellos tienen diferentes demencias, con lo que, al entrar por la puerta no paso a una casa, sino que entro al mundo que esa persona haya creado. Nunca les saco de su error ni les intento traer a este mundo, si su cabeza ha decidido irse allí, por alguna razón será. Charlo con ellos y les sigo la corriente, sea lo que sea lo que me quieran decir, en alguna ocasión me la han metido doblada y pensaba que me hablaban en serio, e incluso al darme cuenta, no me salí del papel. Los familiares, porque trabajo a domicilio, discuten con ellos, se enfadan y tratan de hacerles comprender o razonar con ellos. Yo trabajo dentro de su mundo, si me dicen que están en altamar y no se qué, yo les digo que muy bien pero que debe entrar al camarote que ya acabó su jornada de trabajo. Quizás no es un remedio para nada, pero a mí me hace el trabajo más llevadero y no les doy disgustos. 

Pero volvamos al libro. Ya os he contado las cosas que me han llegado a la mente mientras escuchaba. Porque os recuerdo que lo he escuchado en audiolibro. Todo lo que a otras personas les podría parecer una locura y probablemente les haría sentirse incómodos o preocupados, a mí me han hecho sentirme comprendida. Normalmente suelo sentirme muy sola cuando desnudo mi mente y dejo que alguien mire dentro. Además, yo no he sufrido jamás un brote psicótico ¡o eso creo! pero sí veo muchas señales, como las del libro. ¿Te pongo un ejemplo? Estaba un día participando en una competición muy dura, son 53km (no lo he escrito mal) subiendo y bajando monte, se llama "La Ruta de las Fortalezas", bueno, justo antes de subir al Roldán, el monte más alto, ya casi no podía y busqué activamente una señal, algo que me dijera, por ejemplo, mi madre desde el cielo, que me hiciera continuar o abandonar. Y en ese momento estaba en una calle, cuya placa rezaba: Leo. Porque es un barrio cuyas calles llevan nombres del zodiaco. Y yo lo interpreté como lo mucho que me gusta leer, así que, lo vi como una señal de que estaba en buen camino y debía continuar. 

Sé que suena estúpido pero a mí me ayuda. En otra ocasión vi un pequeño arcoíris formado por un rayo de sol que se colaba por la mirilla de la puerta y cayó justo en mi mano, para mí era una huella que se había dejado mi ángel. Un sobrino que se murió hace ya nueve años siendo un bebé. Una parte de mí cree que me observa y me protege. Le dediqué una publicación en mis redes sociales que nadie entendió pero yo sí. 

Y de esto va el libro, de personas que oyen voces en su cabeza, de lo peligrosas que son cuando te llevan a lesionarte o hacer daño a otras personas y de lo útiles que nos resultan a las personas que las usamos en nuestro favor. Si me lo diagnosticaran como un trastorno y me dieran una pastilla para deshacerme de mis señales, la rechazaría. No solo no me molestan, sino que forman parte de mí y considero que me benefician. Lo que le pasó a Ángel, tocayo de mi hermano pequeño, fue esto pero multiplicado por millones, razón por la cual ha escrito el libro y yo le doy las gracias por publicar. Nunca tendré la certeza de que es real o tiene parte inventada y novelizada pero a mí me ha reconfortado en el décimo aniversario de la muerte de mi madre, hecho que me hizo sumirme en una depresión horrible y de la que salí con mucha ayuda profesional. Nunca tengas miedo ni vergüenza de pedir ayuda. Algunas de las cosas que cuenta en este libro son muy parecidas a lo que sentí durante mi etapa de duelo (ahí empezaron las señales) y también son las que siento a veces cuando me obsesiona mi trastorno de la alimentación, que suele ser muchas horas al día, todos los días. Así que, me quito el sombrero por haber sido capaz de escribirlo todo de forma tan ordenada, porque dentro de lo que a algunos les parecerá un caos, a mí se me ha antojado familiar y conciliador. No sé si es buena o mala señal. Quizás yo también esté un poco loca, quizás lo estemos todos. En cualquier caso, nunca dejéis de leer. O de escuchar audiolibros. 

1 comentario:

  1. Me ha encantado tu reseña aunque no estemos de acuerdo en la opinión sobre el libro. Porque pienso que se repite demasiado en los pensamientos y se deja aspectos que yo considero que pueden resultar más interesantes. A parte de otros detalles que cuento en mi reseña. De todas maneras, enhorabuena. Nos leemos.

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