Ana la de Tejas Verdes
Lucy Maud Montgomery
Sinopsis:
Los hermanos Marilla y Matthew Cuthbert planean adoptar a un joven huérfano para que les eche una mano con las tareas de la granja en Tejas Verdes. Sin embargo, debido a un inesperado error en lugar del joven acordado llega Ana Shirley, una chica pelirroja con una imaginación desbordante que acabará conquistando a los Cuthbert y al resto de ciudadanos de la Isla del Príncipe Eduardo.
Querido diario:
No voy a decir nada nuevo, quien me sigue sabe que me he comprado toda la colección de clásicos manga y los voy leyendo conforme me apetecen. Ana la de Tejas Verdes ya lo había leído en su versión original, bueno, la traducción al castellano, obviamente, y me pareció absolutamente maravilloso. Es un libro cuyo eje central es la gran personalidad de Ana y sobre todo su forma de ver el mundo y de expresar sus emociones, sin ella no hay libro. Las peripecias que le ocurren podrían haberle pasado a cualquier otra niña pero en ella todo toma un color especial. Realmente me hubiese encantado conocer a una Ana real, una de carne y hueso, me la habría llevado a mi casa y la habría adoptado sin dudarlo un segundo. Es un personaje con luz propia, con mucha personalidad, tiene una sensibilidad tan especial que me hace reflexionar.
Quizás todos los niños iban a ser como Ana y esta sociedad los recordó y adoctrinó para que fueran robots autómatas adaptados a las exigencias de un guion absurdo y aburrido. ¿Y si incentiváramos la imaginación y la creatividad? ¿Y si nos dedicáramos a premiar la excelencia en lugar de mirar a otro lado cuando el abusón del colegio decide ejercer de policía de la mediocridad? ¿Y si fomentáramos las diferencias en lugar de aplacarlas? ¿Y si pusiéramos en un pedestal la excelencia de esos pocos? Hoy en día a las Anas les pegan en el colegio, en el instituto e incluso ya vienen maltratadas desde casa, lo más suave que les llaman es rarita o "especial" en tono despectivo.
Ojalá viviéramos en un mundo lleno de Anas y estas nos enseñaran a los demás a disfrutar del momento, exprimir la vida y saborear cada pequeño detalle. Hasta entonces, siempre nos quedarán los libros. Mil gracias por leer, mil gracias por escuchar.
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