domingo, 23 de noviembre de 2025

Mi vida es como un cuenco de cerezas

 Querida E: 

Así es como guardaré tu anonimato. Hace unos años viniste de viaje a hacerme una visita que me hizo muy feliz y como yo no pillo las indirectas ni sé distinguir las señales, apareciste por sorpresa con otras dos personas. Nos lo pasamos bien, nos hicimos fotos y hasta ahí me quedó un buen recuerdo. 

Un tiempo más tarde se repitió la situación pero con una diferencia, ya no estaban delante esas dos personas, solo una. Lo extraño de todo es que pasamos de escribirnos mensajes cada día e incluso varias veces al día a, de repente, el silencio absoluto. Me extrañó mucho que, después de tanto tiempo sin vernos, de repente estuviéramos en persona y no me dirigieras la palabra. Lo hablé con otras dos personas, pidiéndoles consejo. Incluso le pedí a una que viniera uno de esos días a cenar a mi casa para que lo viera en directo y pudiera decirme si lo que sucedía estaba solo en mi cabeza o era real, a lo que no accedió. 

La otra persona solo le dijo: habla con ella. Y no lo hice, nunca hablé contigo. Hasta hoy. Es la primera vez que te cuento qué ocurrió para mí aquella Navidad. Unos días en los que yo creía que no pararía de hablar con la que creía que era mi mejor amiga pero ella estaba de cuerpo presente en mi casa y lo único que quería era mirar Internet, ver series, leer manga y estar totalmente en silencio. Nunca me había sentido tan ignorada, en fin de año y en mi propia casa. No parecías darte cuenta de nada y sencillamente seguía la corriente. 

Ese viaje terminó, regresaste a tu casa y, mágicamente la relación de hablar cada día, enviarnos muchos memes y cotillear sobre cualquier cosa se reanudó como si no hubiera pasado nada. No lo entendí en ese momento y a día de hoy sigo sin entenderlo. Estuve muy dolida durante mucho tiempo pero decidí dejarlo pasar y hacer, efectivamente, como si no hubiera pasado nada. Poco a poco me fui olvidando de la anécdota y entonces fue cuando hablé con tu padre y le propuse devolverte la sorpresa, presentándome allí de visita, a lo que me dijo que no. Fue tajante, me explicó que no era posible. Algo que te comenté meses después como de pasada y a ti te extrañó muchísimo. 

Soy plenamente consciente de que no soy una buena amiga, que no estoy hecha para ayudar a nadie y que en este momento no lo estoy pasando nada bien. En una ocasión me dijiste en tono de queja que yo formaba parte de tus problemas, que "tu mejor amiga tenía depresión". No tenéis ni idea de cómo se siente una persona cuando la culpáis de estar enferma. Yo no elegí esta enfermedad, me eligió ella a mí. 

Pero aun así decidí continuar con la amistad. A veces tomo decisiones de manera impulsiva que no benefician a nadie y no quería que esta fuera una de esas ocasiones. Me lo he pensado muy bien y he decidido dejar de ser un estorbo para ti. Cuando recibas esto, ya no podrás volver a ponerte en contacto conmigo y te prometo que será como si yo no hubiera existido, como le dijo el Crepúsculo a Bella, solo que eso es imposible. 4

Cada vez que he acudido a ti me has escuchado siempre que la anécdota fuera graciosa, pero cuando tenía un problema te mantenías en silencio, me decías "no sé qué decirte" y lo más sorprendente: le pedías a tu padre que me llamase. A tu padre. Nunca voy a volver a contarte un problema. No vas a necesitar estar pendiente de mí, seguirás con tu vida como a ti te gusta llevarla. ¿Y yo? Cómo me encantaría decirte que voy a estar bien, que me voy a curar y que mi vida volverá a ser un cuenco de cerezas, pero probablemente seguirá siendo ese cuenco lleno de mierda que ha sido desde que nací. 

¿Tanto trabajo te costaba hablar conmigo? En realidad nunca fuimos amigas, ¿verdad? 

Dentro de diez días tendré una cita en psiquiatría. He solicitado entrar en lo que llaman UPS: unidad de prevención del suicidio. Y lloro mientras escribo esto porque eres la primera persona a la que no se lo edulcoro como "a lo mejor me atienden en la unidad de salud mental". La realidad de las cosas es que pienso en mi muerte constantemente, me duele estar viva, estoy muy cansada y no, no me has ayudado en nada. Me he sentido sola, abandonada y dejada a la deriva. 

Lo vamos a dejar aquí. Porque tanto si termino suicidándome como si consigo salir de este pozo, no quiero tener que fingir que estuviste a mi lado, porque no lo has estado. Tómate esta como una carta de despedida. Continúa con tu vida.

Siento mucho haberme puesto enferma, siento mucho ser un estorbo, siento mucho no haber sabido gestionar ser una persona maltratada, siento mucho haber dejado que me maltraten, siento mucho que todo es culpa mía y que además, he arrollado a personas como tú en mi camino como una avalancha en plena tormenta. Si nada de eso hubiera pasado, tú y yo seguiríamos siendo amigas, yo te enviaría salseo, tú me mandarías memes y nos estaríamos riendo todo el día. Siento mucho no haber estado a la altura de las expectativas. No he sido una buena amiga para ti y tú no lo has sido para mí. Lo mío no tiene solución, pero tú sí vas a seguir conociendo a mucha gente con la que cotillear y echarte unas risas, eso es fácil, eso abunda mucho. Te será fácil sustituirme. 

Me quedo muy aliviada y satisfecha porque hace mucho tiempo que siento que soy un inconveniente para ti. Así que, gracias por los buenos recuerdos, te pido perdón por todo lo malo que te haya ocasionado y de todo corazón deseo que todo te vaya lo mejor posible y que nunca tengas que saber por lo que estoy pasando. Sé feliz, yo invito. 

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