Querida L:
Así guardaré tu anonimato. He cometido un error muy grave contigo. Y me pido perdón a mí misma por no ser perfecta, pero no te voy a pedir perdón a ti por no cumplir con tus expectativas: una novia adinerada y feliz para tu hermano.
Todo cambió el día que me sinceré y os conté la verdad más grande que conozco: que mi padre era un maltratador, que tengo depresión por consecuencia de ello y que esa es la razón por la que estoy de baja. Claro, no nací ayer, no soy la cuñada que todo el mundo querría tener. Pero sentirme juzgada cuando soy la víctima es un dolor que no te deseo. Sentirme culpable por confesar una enfermedad mental es responsabilidad tuya, lo siento, pero es así.
Tuve una crisis muy grande en la que necesité ayuda y tú me abriste los brazos, las puertas de tu casa, me pusiste un hombro sobre el que llorar y sin prisa me escuchaste... o eso creía yo que estaba sucediendo. Pusiste verde a tu hermano, lo llamaste inmaduro y de ahí para arriba. Me aconsejaste: "yo en tu lugar no estaría con alguien así", como si estuvieras de mi parte, cuando en realidad lo que hacías era abogar por tu hermano y como él no me dejaba a mí, conseguiste que yo le dejase a él. ¡Enhorabuena! Se te da muy bien manipular a las personas.
Ayer tuve otra vez la misma conversación en la cual, supuestamente yo fui muy mala contigo, razón por la cual me tienes bloqueada. Contemos la verdad:
Tú me dijiste que nuestra relación de amistad era independiente de la decisión que tomara yo con respecto a tu hermano, que yo tenía siempre tus puertas abiertas y que seguiríamos en contacto.
Pero cuando quise volver a quedar contigo, lo único que dijiste fue: "me alegra que estés bien", y no respondiste tan rápido como la vez anterior. Lógico, ya tenías lo que querías y yo te estorbaba. Me esperé unos días, incluso unas semanas, pero seguiste sin responder. ¿No éramos tan amigas? ¿No se suponía que ibas a estar ahí? Volví a escribirte de nuevo y me dejaste en visto. Tú, que siempre estás con el móvil en la mano, tú que decías que te aburrías cuando no estaban tus hijos en casa, tú, que para lo que te interesa, decides que nos vemos al día siguiente. De repente, me dejaste en visto.
Entonces me enfadé, con razón, por cierto. Porque encajé todas las piezas del puzle y me sentí humillada, sentí que te habías aprovechado de mí cuando peor me sentía, cuando te pedí ayuda, ¡me manipulaste!
Y con mi enfado hice lo que siempre hago: meter la pata. Bueno, eso es lo que pensáis los que os sentís culpables porque yo me quedé bien satisfecha. Como sabía que veías todos mis estados, lancé uno a modo de farol y te lo tragaste entero. Te dejé el culo al aire. Te acusé de haberme manipulado para conseguir lo que querías y dije públicamente que te había pillado.
¿Cuál fue tu respuesta? Me bloqueaste.
Para qué, si yo no te he vuelto a escribir ni llamar ¡ni ganas me han quedado! Me sorprendiste y decepcionaste muchísimo. Nunca me había podido imaginar que hubiera gente con el corazón tan negro. ¿No era más honesto pedirme que dejase a tu hermano porque piensas que no soy lo suficientemente buena para él? Te habría dicho que estaba de acuerdo contigo, por cierto, sigo estando de acuerdo en eso: no soy lo suficientemente buena para nadie.
¿Y lo mejor de todo? Es que tu hermano te preguntó y le mentiste a la cara. Le dijiste que me habías dejado en visto porque estabas muy ocupada: mentirosa. Le enseñé toda la conversación, no solo esa pequeña parte, le enseñé la conversación completa en la que hacía semanas que me ignorabas y yo esperaba esa respuesta de esa gran amiga que habías fingido ser.
¿Y por qué escribo esta carta? Porque a lo mejor no tengo otra ocasión de decirlo. Pero de eso hablo luego. Tu hermano sigue creyendo que fui yo la que me porté mal contigo, la que no tuve paciencia, la que se exaltó y escribió esa historia con tanta rabia... cuando tú, la víctima e inocente en todo este asunto, lo único que hiciste fue, posponer la respuesta unos minutos porque en ese momento te pillé muy ocupada. No se puede ser más cínica. Y tu hermano lo sigue pensando. Qué bien mienten los manipuladores.
¿Por qué no le cuentas toda la historia? ¿Por qué no le dices que mirabas todos mis estados? ¿Por qué no le cuentas que le pusiste verde durante nuestra conversación? ¿Por qué él no sabía que tu hija estaba en casa y pudo escuchar toda nuestra conversación? ¿Por qué no le dices que me aconsejaste dejarle? Ah, eso no te interesa, claro.
Y todo ¿por qué? ¿Porque tengo una enfermedad mental? ¿Porque confesé que mi padre me maltrataba? No. Porque no soy lo suficientemente buena. No tengo una casa con piscina como vosotros, no tengo un sueldo de funcionaria como vosotros, no tengo dinero a raudales en la cuenta del banco como vosotros. ¿Sabes cómo se llama eso? Ser superficial y materialista. Lo tienes todo.
Sí, tengo una enfermedad mental, no, no tengo familia, no, tampoco tengo un buen trabajo y no tengo dinero. Pero yo creía que te acercabas a mí por otras razones menos materialistas, más emocionales. Yo de verdad creía que te había caído bien, de verdad pensaba que te alegrabas de verme. Y la culpa de todo la tengo yo, porque me siguen haciendo daño y sigo cayendo en la trampa una y otra vez, no aprendo.
Pero volvamos cuatro párrafos arriba. No voy a volver a hablar contigo nunca más. Nunca volverás a saber nada de mí. Dentro de diez días tengo una cita en psiquiatría. He solicitado entrar en lo que llaman UPS: unidad de prevención del suicidio. Y, efectivamente, esto tiene relación con todas las personas de mi alrededor porque no me habéis ayudado precisamente a encontrarme mejor. Tú eres una de las razones que me hacen no querer continuar en este mundo lleno de manipuladores, mentirosos, superficiales y materialistas.
No voy a conseguir de ti una confesión ni tampoco una disculpa, yo no vivo en ese mundo en el que las cosas me salen bien. Vivo en un mundo en el que la policía entra en mi casa porque han derivado mi llamada del 024 al 112 y se quedan conmigo vigiándome mientras aparece la ambulancia, vino en un mundo en el que los sanitarios saben que no dan a basto e intentan calmarme con los recursos que tienen, vivo en un mundo en el que me hacen una analítica de drogas de abuso.
Al menos podrías ser sincera con tu hermano y que deje de pensar que "no te dio tiempo a responderme", y si así fue... ¿Qué necesidad tenías de bloquearme? si realmente sucedieron las cosas como tú dices que pasaron, ¿Por qué no me llamaste para aclararlo todo? Pues porque te pillé, te dejé con el culo al aire y lo único que se te ocurrió fue bloquearme. Anda, al menos sé honesta con él: dile que no soy buena para él, que es mejor que se aleje de mí. Estaréis bien sin mí. tanto si me suicido como si los médicos consiguen que salga de este pozo, estaréis mejor sin mí. Todo el mundo estará mejor sin mí. Si tan mala soy, hasta lo vas a celebrar.
No quiero seguir teniendo ningún tipo de relación contigo ni con nadie de tu familia que creen que a mí se me va la olla y me invento cosas. Ya no estamos en el instituto, esto es la vida real donde tengo problemas muy graves de los que tú jamás vas a tener ni idea.
Todo solucionado: sed felices, tu hermano, tu familia y tú. Muerta yo, se acabó la rabia. Qué bien te ha terminado saliendo la jugada, qué bien mienten los manipuladores.
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