Lo ha vuelto
a hacer. Hoy despierta primero su sonrisa y después abre poco a poco los ojos.
Suspira y se despereza. Gira rodando feliz sobre la cama de hotel… el otro lado
está vacío. Acaricia las sábanas pensando en el tacto de la piel de quien
ocupaba ese lugar tan solo unas horas antes. Está amaneciendo demasiado
deprisa, de nuevo una fugaz sonrisa pícara atraviesa sus labios al recordar
todo lo acontecido durante la noche anterior, se le cierran los ojos, respira
hondo y se ruboriza. Se descubre acariciando su propia piel, con las manos, con
las uñas, con las mismas uñas con las que anoche arañaba la espalda de él. De
ese ser que tanta pasión despertó en ella sin utilizar palabras, tan sólo con
su tacto, con sus besos, con su olor. Su olor… hunde la cara en la almohada e
inspira profundamente… aún conserva el olor de su pelo, huele como almizcle,
entre brisa de mar y tierra húmeda, huele a sexo. De repente un trozo de papel
interrumpe sus pensamientos, es un ticket de aparcamiento, tiene una nota
manuscrita a bolígrafo por detrás junto con un número de teléfono, que reza
así: “Repetimos cuando quieras. Tu chico galleta”.
Sólo puede pensar y sentir una palabra: ¡Sí!, la pronuncia en silencio, con los ojos cerrados, en la habitación ya iluminada con los primeros rayos de sol, mientras se muerde el labio inferior, se abraza y se deja llevar por los recuerdos… dulces recuerdos… excitantes recuerdos. Recuerdos de los que será siempre dueña y que nadie podrá robarle. Disfruta esta tierna mañana de su momento egoísta mientras se piensa a sí misma unas horas atrás… entrando en aquella habitación. Estaba oscura, no encendió la luz, mejor así. Él la seguía de la mano, sobraban las palabras. Cerró la puerta tras de sí y tras la puerta quedaron los pudores y las vergüenzas.
Sólo un segundo de esa mirada de lujuria bastó para saber que él quería lo mismo que ella. Y no iba a desaprovechar la oportunidad. Pero él la cogió desprevenida por la cintura, esa sonrisa burlona la volvía loca, si después se lamía los dientes ya estaba perdida, ella lo sabía y lo mejor era que, esa noche, nada le importaba. Notaba el corazón a cien latidos por segundo, pasó sus manos por debajo de la camiseta de él acariciando su espalda y pudo comprobar que no era la única a la que se le iba a salir algo del pecho en cualquier momento. Él, como hipnotizado por alguna fuerza sobrehumana no dejaba de mirarla mientras se desnudaba al tiempo que inundaba su boca con húmedos besos, mágicos besos, largos besos.
Algo hacía que aumentara el ritmo de su respiración hasta convertirla en suaves gemidos que no reprimía o que en ocasiones él ahogaba con la maestría de un sensual beso, llenaba su boca de pasión, de sexo. Manejaba la lengua de forma que no la dejaba reaccionar ni un segundo. Ella no estaba allí, puede que su cuerpo sí, pero su mente había viajado al paraíso en cuestión de segundos y de lo único que estaba segura, era que no quería volver.
No le fue difícil encontrar su punto débil, al llegar al cuello los besos se convirtieron en seductores mordiscos y las caricias en la espalda pasaron a ser salvajes arañazos que sólo incrementaban aún si cabe la fogosidad de las caricias del experto amante. Se detuvo un segundo, un interminable segundo a mirarla, como un felino antes de devorar a su presa, tras el cual deslizó el vestido por su cuerpo dispuesto a seguir desnudándola. Pero ésta se lanzó de repente impacientada a comérselo a besos… él con una suave risa le frenó los pies y la llevó en brazos, tumbándola en la cama lentamente, agarrándola de las manos para que no pudiera tocarle, parándola para que no pudiera besarle. Y todo esto no hacía más que excitarla más y más.
Se tumbó sobre ella, cogiendo tiernamente su cara entre las manos la besó en los labios con inocencia, desconcertándola, despertando en ella un deseo que no había sentido en años. Se detuvo minutos para besar cada centímetro de su piel empezando desde la comisura de los labios, bajando por la mandíbula, volviéndola completamente loca al llegar al cuello una vez más, deteniéndose en el pecho con delicadeza, haciendo alarde de maestría alrededor del ombligo y por fin probando del fruto prohibido hasta quedar satisfecho.
No, no había viajado al paraíso, ese lugar debía tener otro nombre, ya no podía distinguir lo real de la fantasía. Pero estaba sucediendo y no pensaba permitir que acabara allí. Rodó sobre el cuerpo de él hasta quedar subida a horcajadas dispuesta a dar tanto como acababa de recibir o al menos intentarlo, gritaba, se movía y sentía sus caricias por todo el cuerpo sin faltar un rincón, cada vez más rápido, él la agarraba de las caderas para guiarla, hasta que ya no se pudo distinguir donde acababa uno y donde empezaba el otro… Un último beso, increíblemente largo y sexy selló el final de aquel encuentro y con él… quedó dormida.
Es lo último que recordaba después de tan dulce despertar. Se lame los labios porque aún le sabe a… humm… galleta. Sonríe de nuevo y vuelve a dormir.
Éste es el primero de los que espero que sean una buena colección de relatos eróticos. Espero que lo disfrutéis y que comentéis.
Firmado: Rombos (Martes 27 Octubre 2009)
Sólo puede pensar y sentir una palabra: ¡Sí!, la pronuncia en silencio, con los ojos cerrados, en la habitación ya iluminada con los primeros rayos de sol, mientras se muerde el labio inferior, se abraza y se deja llevar por los recuerdos… dulces recuerdos… excitantes recuerdos. Recuerdos de los que será siempre dueña y que nadie podrá robarle. Disfruta esta tierna mañana de su momento egoísta mientras se piensa a sí misma unas horas atrás… entrando en aquella habitación. Estaba oscura, no encendió la luz, mejor así. Él la seguía de la mano, sobraban las palabras. Cerró la puerta tras de sí y tras la puerta quedaron los pudores y las vergüenzas.
Sólo un segundo de esa mirada de lujuria bastó para saber que él quería lo mismo que ella. Y no iba a desaprovechar la oportunidad. Pero él la cogió desprevenida por la cintura, esa sonrisa burlona la volvía loca, si después se lamía los dientes ya estaba perdida, ella lo sabía y lo mejor era que, esa noche, nada le importaba. Notaba el corazón a cien latidos por segundo, pasó sus manos por debajo de la camiseta de él acariciando su espalda y pudo comprobar que no era la única a la que se le iba a salir algo del pecho en cualquier momento. Él, como hipnotizado por alguna fuerza sobrehumana no dejaba de mirarla mientras se desnudaba al tiempo que inundaba su boca con húmedos besos, mágicos besos, largos besos.
Algo hacía que aumentara el ritmo de su respiración hasta convertirla en suaves gemidos que no reprimía o que en ocasiones él ahogaba con la maestría de un sensual beso, llenaba su boca de pasión, de sexo. Manejaba la lengua de forma que no la dejaba reaccionar ni un segundo. Ella no estaba allí, puede que su cuerpo sí, pero su mente había viajado al paraíso en cuestión de segundos y de lo único que estaba segura, era que no quería volver.
No le fue difícil encontrar su punto débil, al llegar al cuello los besos se convirtieron en seductores mordiscos y las caricias en la espalda pasaron a ser salvajes arañazos que sólo incrementaban aún si cabe la fogosidad de las caricias del experto amante. Se detuvo un segundo, un interminable segundo a mirarla, como un felino antes de devorar a su presa, tras el cual deslizó el vestido por su cuerpo dispuesto a seguir desnudándola. Pero ésta se lanzó de repente impacientada a comérselo a besos… él con una suave risa le frenó los pies y la llevó en brazos, tumbándola en la cama lentamente, agarrándola de las manos para que no pudiera tocarle, parándola para que no pudiera besarle. Y todo esto no hacía más que excitarla más y más.
Se tumbó sobre ella, cogiendo tiernamente su cara entre las manos la besó en los labios con inocencia, desconcertándola, despertando en ella un deseo que no había sentido en años. Se detuvo minutos para besar cada centímetro de su piel empezando desde la comisura de los labios, bajando por la mandíbula, volviéndola completamente loca al llegar al cuello una vez más, deteniéndose en el pecho con delicadeza, haciendo alarde de maestría alrededor del ombligo y por fin probando del fruto prohibido hasta quedar satisfecho.
No, no había viajado al paraíso, ese lugar debía tener otro nombre, ya no podía distinguir lo real de la fantasía. Pero estaba sucediendo y no pensaba permitir que acabara allí. Rodó sobre el cuerpo de él hasta quedar subida a horcajadas dispuesta a dar tanto como acababa de recibir o al menos intentarlo, gritaba, se movía y sentía sus caricias por todo el cuerpo sin faltar un rincón, cada vez más rápido, él la agarraba de las caderas para guiarla, hasta que ya no se pudo distinguir donde acababa uno y donde empezaba el otro… Un último beso, increíblemente largo y sexy selló el final de aquel encuentro y con él… quedó dormida.
Es lo último que recordaba después de tan dulce despertar. Se lame los labios porque aún le sabe a… humm… galleta. Sonríe de nuevo y vuelve a dormir.
Éste es el primero de los que espero que sean una buena colección de relatos eróticos. Espero que lo disfrutéis y que comentéis.
Firmado: Rombos (Martes 27 Octubre 2009)
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ResponderEliminar- Pieza del puzzle: DE
- Más de una persona se preguntaba qué tal escribo y aprovechando esta Gymkana os traigo a uno de mis primeros relatos. Responde a esta publicación... ¡opina libremente!
- Siguiente pista: diariodeunachickalit, Pestaña Italia, Entrada Adiós Italia :(
¡Gracias por haber llegado hasta aquí! ¡Queda muy poco! ^^
Dicen que para ser un gran escritor hay que ser antes un buen lector. Pues bien, se nota que tú lees mucho porque escribes de maravilla ^^ A mí la novela erótica no me suele gustar, pero este tipo de relatos tan bien descritos y seductores, que no soeces, la verdad es que me gustan bastante. ¡Estoy deseando leer más!
EliminarQueridas participantes de la Gymkana. Una ayudita: si queréis atajar, no hace falta comentar en el blog, pasad directamente a la siguiente pista. Besos ^^
EliminarGuau! Que bien escribes!!! Me encantó!!! ;-)
EliminarAy, me alegro mucho de haber leído este relato del que desconocía su existencia pero mil gracias por compartirlo!
EliminarMe ha encantado, se nota que lo has mimado y cuidado, y eso nos ha hecho disfrutar y sentir todo^^
Enhorabuena! <3
No sabía que escribías pero ¡guau chica! Se nota que te gusta leer y lo aplicas a la escritura.
EliminarCuando he leído el título tenía curiosidad por eso de un chico galleta pero ya he salido de dudas. ¡Vivan esos besos con sabor a galleta!
Muy buen relato Geles ^.^
Alaaaa, no sabía que también te interesase escribir^_^ la verdad es que se te da muy bien, realmente haces transmitir aquellos que escribes y eso es muy importante. ¡Besis!
EliminarEs el primer relato tuyo que leo y la verdad es que me ha encantado. No suelo leer erótica, pero sí algo de new adult de vez en cuando, cuando encuentro algo "sutil" y no demasiado soez, y creo que tu relato se ajusta mucho a lo que suele gustar. Es pasional, pero al mismo cuidas mucho las palabras que usas y resulta incluso delicado. Me ha gustado muchísimo, de verdad; has conseguido meterme en la historia =) Tendré que seguir leyendo relatos de tu pluma!
Eliminar¡Hola!
ResponderEliminarPues yo no soy muy de literatura erótica ni tampoco de relatos, prefiero las novelas largas.
La narración está bastante bien y las descripciones también, no resulta pesado.
¡Saludos!
Escribes de maravilla
ResponderEliminarPues te ha quedado muy bueno, si las ideas y la imaginación están presentes debes aprovechar para escribir, sigue así!!
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